Un día en el cole llegaron dos niños nuevos. La señorita Maica nos dijo que se llamaban Pablo y Mateo. Pablo y mateo venían de Valladolid y eran igualitos, igualitos. La señorita Maica contó que se parecían tanto porque eran hermanos y habían nacido el mismo día. Los niños de la clase nunca habíamos visto unos gemelos y al principio cuando en el recreo jugábamos con ellos nos equivocábamos con sus nombres. Pero un día dejamos de equivocarnos porque nos dimos cuenta que aunque por fuera eran igualitos, igualitos por dentro no se parecían en nada.
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