Una vez, mi mamá me contó un cuento de un niño que no tenía miedo. Se llamaba Juan, Juan sin Miedo. Era tan valiente que se enfrentó a brujas, ogros, fantasmas y hasta leones, sin pasar ni pizca de miedo. Pero eso es solo un cuento. Mi mamá también me dijo que no existe nadie que no tenga miedo y que hay tantas clases de miedo como personas en el mundo. Miedo a perder las cosas que quieres, aunque sean muy pero que muy pequeñas; miedo a las mariposillas que sientes en la tripa cuando te gusta un niño, miedo a lo que no se puede explicar con las palabras, o miedo que tienes por el monstro que vive dentro del armario, al que solo ganas cuando eres tan valiente como para mirarle a la cara.
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